viernes, 24 de octubre de 2014

MASAJE DE LA TECNICA METAMORFICA


Hace aproximadamente 40 años, Robert St. John descubrió esta técnica innovadora a partir de la Reflexología Podal. Investigando sobre los mapas de los puntos reflejos de los pies, llegó a la conclusión de que en la zona correspondiente a la columna vertebral los efectos producidos por la terapia no eran sólo de carácter físico, sino también de tipo emocional y psicológico. 


Siguiendo con su investigación, comprobó que todos los acontecimientos y emociones que ocurren a lo largo de la gestación, tanto positivas como negativas, vividas por la madre, quedaban registradas en la médula espinal del feto, ya que esa información es intercambiada con la madre a través del cordón umbilical y el bebé la vive como si fuera propia. Toda esta información puede producir posteriormente una serie de disfunciones en el niño, estableciéndose patrones de conducta que pueden persistir durante toda su vida.

Los aspectos físicos, mentales y emocionales y, consecuentemente, muchas de las pautas de comportamiento del individuo tienen su origen en el período de gestación, donde se concentran no sólo los aspectos genéticos del padre y la madre, y lo relativo a la vivencia física prenatal (alimentación, salud de la madre...), sino que también concurren las informaciones sensoriales y emocionales de la madre.

Robert St. John descubrió la existencia de un mapa psicológico del ser humano reflejado en el pie bajo el mapa de los puntos de la Reflexología. Fue descubriendo diferentes áreas de referencia, siendo las principales:
  • Zona del Padre (concepción)
  • Zona de la Madre (nacimiento)
Entre ambas se extiende el mapa reflejo del período de gestación, dividido en varias zonas:preconcepción, concepción, movimiento fetal o animación, prenacimiento y nacimiento.

Esta técnica se usó primero en niños con patologías mentales y se denominó terapia prenatal. Hoy día se utiliza como apoyo de terapias en niños autistas y con Síndrome del Down, obteniendo mejoras en la calidad de vida y en muchos aspectos de relación con el entorno.

Posteriormente, con el nombre de técnica metamórfica, e incluyendo el masaje en manos y cabeza, comenzó a utilizarse en adultos, sobre la base de que la información prenatal puede ser la causa de determinados bloqueos y tensiones que pueden condicionar negativamente pautas de pensamiento, relación y expresión en el individuo adulto.

La práctica es muy sencilla: consiste en realizar unos pasos con los dedos de la mano, en la zona refleja de los pies de la columna vertebral. En las manos y la cabeza se realiza el mismo procedimiento, consistiendo este último en movimientos especialmente suaves, puesto que es una zona muy sensible.

Aplicando la técnica metamórfica sobre pies, manos y cabeza se desbloquea y equilibra la energía vital, promoviendo el principio de autocuración que todos los seres vivos tenemos. Aquí radica la gran diferencia respecto otras terapias. El terapeuta observa en todo momento dos principios fundamentales: "No intención", "No implicación".

Por dónde empezar

Las normas dicen que el masaje se debe empezar por el pie o la mano derecha, ya que este lado simboliza lo que el cliente está haciendo en la vida en el momento presente y facilita que la fuerza vital despeje el camino para la liberación de otros conflictos.


En la técnica metamórfica el lado izquierdo expresa los esquemas latentes, existentes desde el momento de la concepción y que pueden ser puestos en marcha a través del amasamiento. Por supuesto, esto no tiene que ver con que el cliente sea zurdo o diestro, aunque es importante que, se empiece por donde se empiece, los dos lados del cuerpo reciban el mismo tipo de masaje.

Los pies

Con el cliente sentado cómodamente, se coloca su pie sobre las rodillas del masajista. Éste lo sujeta con ambas manos, dejándolas reposar un momento para empezar a establecer contacto y concentrarse en el proceso. Luego se inicia el masaje tomando el pie entre las manos y acariciando con firmeza todo el pie, desde los dedos al tobillo. Es irrelevante dónde se coloque el pie. No importa tampoco si está frío, húmedo o seco porque no se trata de hacer un diagnóstico sino de integrarse en su sistema psicofísico.

El masaje propiamente dicho empieza con el frotamiento de los pulgares a lo largo de los puntos de reflexoterapia correspondientes a la columna vertebral, es decir, a lo largo del borde interno del pie, desde la base del dedo gordo hasta el talón. Este masaje puede hacerse con más o menos fuerza, amasando, acariciando y presionando toda la zona de forma suave pero firme.


Una zona importante y que requiere atención y dedicación es la cara exterior del dedo gordo, sobre todo a nivel de las esquinas superior e inferior de la uña, que corresponden a la glándula pineal (epífisis) y a la glándula pituitaria (hipófisis). También es conveniente trabajar la parte alta del talón, donde se encuentra el tendón de Aquiles que, para la técnica metamórfica, representa el punto reflejo del nacimiento.

Luego se masajea de la misma forma todo el pie, desde el empeine hasta la planta, durante una media hora.

Las manos

La técnica es parecida. Se inicia sujetando firmemente la mano derecha del cliente con las dos manos. Seguidamente, se va masajeando desde el extremo del pulgar hasta la muñeca, pasando después por el dorso de la misma, y amasando y presionando palma y dorso para volver al dedo gordo y la cara correspondiente de la muñeca.


Este masaje debe durar entre diez minutos y un cuarto de hora en cada mano, pudiendo alternarse ambas manos durante la sesión.

La cabeza

Con el cliente cómodamente sentado en una silla, el profesional debe colocarse detrás, de pie, y coger la cabeza del paciente con ambas manos. El masaje se inicia de arriba abajo, desde la coronilla a la nuca, siguiendo la línea central y utilizando una mano mientras la otra descansa suavemente sobre la frente para sujetar la cabeza y evitar tensiones musculares por parte del paciente. El masaje puede realizarse con presiones más o menos fuertes con las puntas de los dedos, levantándolos entre punto y punto para no dar tirones de pelo.


Puede aplicarse también durante unos diez minutos y dejar luego al cliente que disfrute de la sensación de bienestar y relajación que produce este tipo de terapia. La técnica metamórfica -independientemente de su contenido filosófico- es uno de los sistemas más cómodos y sencillos para conseguir un alto grado de bienestar y, practicada con frecuencia, contribuye a mejorar el estado físico, gracias a la activación de la circulación de retorno y a una mayor actividad en la eliminación de tóxicos.

Al masajista no debe importarle tanto la enfermedad como la posibilidad de que el cliente llegue a ser consciente del problema que la provocó. De esta manera, se llega a la comprensión y a la aceptación y, por lo tanto, al equilibrio, que dará paso a la curación. No trata de curar, ni de calmar un dolor, ni de dar un consejo o una medicación, ya sea natural o alopática. Este sistema solamente actúa de catalizador.


    
Por diferentes causas, de forma inconsciente, vamos limitando la función natural de las células y, por consiguiente, de algún órgano o sistema. En nuestro cuerpo existe una perfecta interacción entre átomos, células, órganos, etc. Lo que afecta a una pequeña parte, afecta a todo el resto.

Somos un holograma: 
nuestros cuerpos físico, mental y emocional, y también el espiritual, forman una unidad, están relacionados entre sí de forma perfecta y en constante correspondencia; no podemos pretender calmar una parte, no serviría de nada, sólo se pararía un efecto que volvería a repetirse más tarde, pues la causa seguiría oculta.

Comprender la causa que ha creado el bloqueo o la enfermedad es primordial para que el efecto pueda llegar a desaparecer y así evitar volver a reproducirlo.

Al activarse la conciencia celular se moviliza la información que hay en ella y podemos llegar a comprender de forma natural, sin sufrimiento. Podemos trascender la causa y se disuelve el efecto que se produjo. La transformación se está produciendo de forma casi instantánea, sin aparente manifestación, pero con profunda comprensión, con una importante serenidad y una grata sensación de bienestar.

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